Monday, May 23, 2016

Sueños de Algodón interpretado por Julia Elena Rial

“Quien realiza la lectura crítica de un libro advierte que está penetrando en el centro de un conjunto de signos prefigurados para otorgar tal o cual sentido; capta, también, que esa simbología contiene significados no explícitos, sentidos estos que pugnan por salir al afuera, que esperan expectantes que se los proyecte, de manera de cerrar el círculo de la significatividad. Pero es necesario encontrarlos, saber buscarlos, aprender a hallar la señal desde la cual alzan la mano para asirse hacia fuera. Esta es la labor del crítico: cristalizar en palabras aquello que el escritor ha dejado tan abierto como oculto.” Texto de Mónica Maud, tomado de la Biblioteca virtual Cervantes.

El texto anterior describe la bella y magistral  tarea realizada por la exquisita pluma de Julia Elena Rial. Leyendo,  lo que solo un avezado lector puede detectar, describir y asociar a técnicas utilizadas por grandes de la literatura como García Lorca y Christian Anderesen. Para encontrar hay que buscar, si encuentras es porque existe lo buscado, quiero decir que advierte en su análisis Julia Elena que Marina Sandoval le ha dado vida a Lucia, le imprime movimiento y le inyecta la pasión necesaria para alcanzar sus sueños.
 Leyendo el arte de Julia Elena, me imaginaba a un experimentado chef degustando un exquisito plato, apreciando la presentación, la textura, sabor, cocción, olores, acompañado por una copa de vino.

La grata impresión que me causó Julia Elena, cuando nos conocimos en la presentación de KOKO, se ha agigantado al ir relacionándome con su obra y estupenda capacidad  de análisis.

Marina, eres afortunada de poder compartir y alternar con personas ricas de verdad, que al hablar o al escribir son capaces de extraer lo mejor de sí y de los demás y regalarlos a todos.
No he leído Sueños de Algodón y ya me imagino en un tablao flamenco viendo a Lucía de tacones y castañuelas.


Juan Rafael. 
El Lenguaje cinético en los cuentos  Sueños de algodón
de Marina Sandoval

Una narradora sin mediadores, protagonista de sus  sueños, es Lucía, la muñeca a quien la escritora Marina Sandoval convierte en hacedora de su propia historia. El 7 de mayo en el escenario de la Biblioteca Estadal Agustín Codazzi de Maracay se presentó el libro Sueños de algodón, expresión de una muñeca que transgrede los límites de su cuerpo inerte, llevada por el deseo de ser  bailarina flamenca. Movida por el lenguaje cinético de su creadora, se posesiona de un espacio simbólico para crear una ficción dentro de su ficcionalidad.
            Libro que ingresa por la puerta grande de Cuentos infantiles venezolanos en este siglo XXI. Cuando los  ritmos caóticos e incertidumbres conviven con los andares cotidianos,  Marina Sandoval estructura sus cuentos al compás de móviles artísticos fraseados con la fantasía de las manos de la muñeca Lucía que dice: “Muevo las manos como las alas de una paloma al vuelo”. Las mismas manos que escriben, paso a paso, la ilusión que el lector visualiza, oye y siente, porque Marina logra, con su lenguaje, que giros, taconeos, y contorsiones se conviertan en música, color y movimiento. Es así como la dinámica narrativa establece  sus pautas originales en unos cuentos que bailaron, el día de su bautismo, al compás de las  Bailaoras de la Escuela de Flamenco “Amorcito Gitano del Carmen”, a quienes la escritora dedica el libro.
La muñeca Lucía nos enseña que la pasión es la hormona de la vida en ese estadio de la infancia que precede a la reflexión. Tiempo en que la soñadora muñeca crece rodeada de niñas, cuyas clases de baile español alimentaban sus deseos de ser ella también  “bailaora”. Como la Bella Otero que repicó sus  tacones al compás de los octosílabos de La Bailarina española de José Martí. Que “respira con los tacones/ el tablado zalamera… O como la enigmática Carmen la Gitana que, desde el cuadro de Ignacio Zuloaga, inspiró a Rainer María Rilke porque “Inflama su pelo a una mirada,/ y de pronto,  con arte osado, gira/ todo su traje es ese celo ardiente… Al igual que los poetas, la escritora le imprime su cadencia a un lenguaje en el cual cada palabra moviliza, con su sensualidad, el significado audiovisual de vocales y consonantes, combinando el pensar y actuar de Lucía en su contexto onírico, porque como ella dice” Yo creo en el poder de la mente y los sueños”.
Marina  mueve la imagen, la viste, la regodea, al supuesto compás del cante jondo, porque  para ser “Auténtica bailaora necesito unos zapatos de Manuela Carrasco, con suela de cuero y de fina piel por dentro, y por fuera los quiero rojos ¡ ah! Otra cosa tacones de madera barnizados y con clavos.” Poco a poco la palabra de Lucía se va escapando del control de su creadora. El lenguaje duplica la personalidad de la muñeca, dualidad que encierra diferentes simbologías: temporales, visuales, libertarias, de identidad.
La posible bailaora, viaja en el tiempo, siente la afinidad con un García Lorca que le dio prestigio al flamenco, cuando la cultura española lo tildaba de arte impuro. Al compás del “Cirio, candil, farol y luciérnaga” del poeta andaluz, Lucía replica al decir: “Cuando me emocionó soy ave, flor, noche y día”. Al unísono con el poeta, la “bailaora” siente que el taconeo, las bulerías, los giros, la floración de los dedos, esconden, no sólo el difícil  aprendizaje del baile flamenco, sino también el drama del rechazo social a un arte considerado inculto, hasta finales del siglo XIX.
Así Marina Sandoval pone en boca de la protagonista el juego de posibles interpretaciones: desplaza la libertad en los misterios de una literatura infantil  expresiva, triste, que puede ser desgarradora y trágica en la infructuosa realidad de un imposible. Como lo leemos en Hans Christian Andersen, quien en el siglo XIX evoca la fantasía de la prodigiosa animación de “los endemoniados zapatos rojos”. O en   Julio Garmendia quien en Cuento fantástico revela la zona íntima de sus personajes  y reconoce que aventurarse en ellos es encontrar la realidad abreviada de los sueños, que, aunque irreales, convocan a la presencia de un ethos verdadero, siempre consciente de que sus personajes son: “¡Extravagancias! Como si fuéramos otra cosa que ficticios que pretendemos dejar de serlo.”
En Sueños de algodón no  se cierra el abanico, no cesan los taconeos, no  naufraga la razón del sueño,  perdura el halo de misteriosa pureza de una muñeca que  no vuelve a encerrarse dentro de sí misma, porque es la palabra la que inflama la imaginación de Lucía. Ella va inventando su propia rememoración, y  su creadora, Marina Sandoval, desea que el sueño  no muera en el veloz transcurrir de la infancia. Lo expresa Lucía cuando, en el último cuento, Los zapatos rojos dice: “El taconeo de mis zapatos despertará a Blanca Nieves y a la Bella durmiente y a todas las princesas que duermen en el bosque o en el fondo del mar…”
 La escritora juega al encanto de lo ilógico, aquel que le hizo decir a Goethe en Werther “Pero, Señor, ¿estará escrito en el destino del hombre que sólo pueda ser feliz antes de tener razón o después de haberla perdido?
Julia Elena Rial
Bibliografía
Andersen, Hans Christian. (2005).Cuento completos. Madrid: Cátedra.
García Lorca, Federico.(1977). Obras completas. Madrid: Aguilar.
Garmendia, Julio.  (2004). Tienda de muñecas. Caracas: Monte Ávila.
Goethe, Johan W.(1981).Werther. Madrid: Ediciones La Palma.
Martí, José.(1952). Poesía. Buenos Aires: Raigal.
Rilke, Rainer María (2008). Antología. Madrid: Ediciones Vitrubio.

Sandoval, Marina. ( 2016). Sueños de algodón. Maracay. Edición artesanal.

Thursday, March 31, 2016


CONFLICTO VENEZUELA


El país ha sido sometido en las últimas dos décadas a un permanente conflicto político que ha logrado entre otras cosas herir de muerte la institucionalidad, desestabilizar la democracia en su esencia y destruir el aparato productivo. Venezuela, hoy, es un país dividido, polarizado, radicalizado, a un paso de pasar a mayores, recientemente hemos visto manifestaciones violentas (ejecuciones, linchamientos) que no auguran nada bueno.
El sector oficial ha tratado de imponer un régimen socialista que es repudiado por buena parte de la población y la oposición se ha enganchado en un conflicto que ha polarizado a la población, permitiendo que la pasión se imponga a la razón y que, obcecados, cada bando arrime la brasa a su sardina sin percatarse que, a pasos agigantados, el país se deteriora y se nos escapa de las manos.
Un país en conflicto no progresa, se anarquiza y termina transformándose en tierra de nadie. Venezuela por tradición ha sido una tierra hospitalaria, razón por la cual, oleadas de extranjeros la escogieron como destino para relanzar sus vidas, hoy vemos como a diario cientos de compatriotas, en su mayoría jóvenes preparados, emigran en busca de oportunidades, estabilidad y seguridad.
Paradójicamente un gobierno que amenaza con las armas y las emplea para reprimir manifestaciones legítimas de ciudadanos desarmados, que fomenta y permite la actuación de grupos armados en el país, que en conocimiento de la actuación de los llamados Pranes en la comisión de asesinatos, secuestros y narcotráfico, permiten su operación, hoy es promotor de un dialogo de Paz entre la guerrilla  y el estado colombiano.
El conflicto continúa, el 6 de diciembre de 2015, el pueblo buscando una salida a la terrible situación de inseguridad, alta inflación, desabastecimiento de alimentos, medicinas, repuestos, agravados por precarios servicios y un gobierno signado por la corrupción a todos los niveles, votó mayoritariamente por los candidatos de la oposición otorgándoles mayoría calificada con 112 diputados de 197 que constituyen la asamblea nacional. Tirios y Troyanos sacaron el hacha de la guerra y no la han guardado ni un minuto. Lo que pudo ser una válvula para liberar presión se ha obstruido y amenaza con avivar más el conflicto.
Hasta donde llegaremos en este juego perverso, los mecanismos civilizados para la resolución de conflictos que hoy como país recomendamos a los hermanos colombianos abrazar, nos son vedados a nosotros mismos. La población está cansada, indignada. Su inacción no es porque esté agradada por la triste realidad que vive. Todavía confía en que la dirigencia política del país evite que el pueblo se eche a las calles y se genere una conmoción de tal magnitud que nos conduzca a una masacre o guerra civil.
Es hora de construir puentes y cruzarlos. Basta ya de discursos agresivos, vengadores, oportunistas y pueriles. Hay que ceder en posiciones para lograr un clima en el que se pueda negociar y acordar acciones que nos permitan, a todos, participar en la reconstrucción del país, de su aparato productivo, de sus instituciones y sus valores.

Estas reflexiones las comparto con mis amigos en las redes sociales esperando a que contribuyan a la solución de los conflictos que vivimos y que no podemos seguir postergando enfrentarlos.